CAPÍTULO SEGUNDO ~ Demonio angelical

OST - Final Fantasy XIV

   Aquel día tenía unos nervios que no me aguantaba... quería irme lo más pronto posible, pero no me atrevía, no sabía si ir o no... le daba vueltas a mi cabeza, a pesar de haberme hecho el disfraz, de tenerlo todo preparado... Antes de nada, me detuve delante de la puerta mientras planteandome si quedarme o no en casa.

     Miré a mi alrededor... la casa estaba tan vacía como siempre... y todo era mejor que quedarme allí sola, y repetir la historia que viví tantas veces. Las risas, las burlas, los comentarios sobre el “fiestón” y habérmelo perdido... Era bastante difícil revivir esos momentos de mi vida, así que me decidí a no perdérmelo otra vez.

     Mi madre me interceptó antes de subir en el taxi, y me miró sorprendida.
-    ¿Adónde vas Silver? – Me preguntó.
-    A una fiesta, mira. – Le mostré la invitación. Me preguntaba como mi madre a pesar de vivir en la misma casa que yo no se enteraba de nada, siempre ocupada con sus animales...
-    ¡Ah! Me parece perfecto, me alegro de que te hayan invitado -  Me dijo con una sonrisa... – Pero por favor mi niña, ten cuidado...
-    Mamá, no soy una cría... – Le contesté enfadada. – Tengo dieciséis años.
-    Si, tienes razón... Pásatelo bien. – Dijo despidiéndose.

    La mansión Ritchfield siempre me impresionó, por lo menos arquitectónicamente, pero nunca había entrado en su interior. Una azafata me condujo hasta el salón de baile, la música se oía desde el exterior del inmueble y las luces eran de un tono violaceo, a juego con la decoración de la sala.

    Al entrar nadie reparó en mi presencia, todos estaban entretenidos, y un disfraz más o menos no se notó. Me dirigí a la barra que habían colocado con zumos y refrescos. Pedí una limonada y me senté a observar la fiesta. La música era moderna pero no estridente o repetitiva. Y los invitados a la fiesta bailaban y charlaban a pesar de su volumen.

    Tan ensimismada estaba con el ambiente que no me di cuenta que se sentó un chico a mi lado. Iba disfrazado de manera agresiva, con cuernos y alas de demonio, todo de negro y me miró con una sonrisa.

-    Buenas noches – me dijo el muchacho, alegremente.
-    Hola – Le contesté, devolviéndole la sonrisa.
-    La fiesta está muy bien. ¿Verdad? – Me preguntó.
-    Si, muy entretenida... – Conseguí decir... Estaba super nerviosa... nunca en mi vida un chico me había dirigido la palabra. A parte de para gastarme alguna broma o para pedirme un bolígrafo... Él debió notar mi nerviosismo así que me preguntó...
-    ¿Quieres bailar? – Sonrió de nuevo con confianza.
-    S-Si... – Articulé poniéndome más roja que un tomate.

    A él le entró la risa al ver mi cara, pero se contuvo para no parecer descortés, me guió hasta la pista de baile y nos pusimos a bailar.

     Estuvimos horas bailando y riendo. Él era muy simpático y se notaba que había sido bien educado, procuró siempre medir sus palabras e intentó hacerme reír en todo momento.

    Me contó que era de la ciudad de Lacebark y que estaba en Natsville porque su internado estaba allí. Todos los años el internado organizaba una fiesta de primavera y siempre en la mansión Ritchfield.

     Cuando ya anocheció me propuso salir a mirar las estrellas, fue una noche maravillosa...

     Pero como todas las cosas buenas, tuvo que acabar... Llegó la hora de que nos retirásemos. Yo estaba triste porque el día iba a terminar, el primer día de mi vida en el que estaba disfrutando de verdad, en compañía de alguien de mi edad. Nos intercambiamos el número del móvil y nos dirigimos a la salida... Como despedida...

Me besó... y se marchó corriendo.